A pesar de las permanentes publicaciones en medios nacionales que aseguran salarios iniciales de centenas de miles de pesos, la realidad de trabajar para una empresa informática en la Argentina es muy diferente a las promesas rimbombantes que aparecen en grandes titulares. En un contexto donde pareciera que la única información disponible son las notas pagas de algunas cámaras empresarias, es de especial relevancia que se escuche la voz de los y las que trabajamos en la informática respecto de lo que realmente ocurre con nuestros salarios.

Dicho en pocas palabras y a modo de síntesis, las empresas tienen básicamente vía libre para ajustar -o, más bien, retrasar- los salarios con respecto a la inflación cada vez que se cumplen los períodos de ajuste salarial. Al no encontrarse atadas por ninguna regulación, ni ninguna clase de ámbito de discusión, y frente al deterioro progresivo de nuestro poder adquisitivo, la realidad nos obliga como trabajadores a tomar medidas individuales para que nuestros salarios y nuestra calidad de vida no se vean disminuidas frente a la práctica empresarial y al avance de la inflación.

Es una preocupación que nos invade con frecuencia y que nos obliga actuar. La solución más directa suele ser rotar a un nuevo trabajo con un nuevo empleador que nos contrate con un sueldo más actualizado con respecto a la inflación. Es común que estas rotaciones nos hagan dar saltos salariales considerables debido a que muchas veces viene acompañado de una remuneración acorde a una mayor experiencia, típicamente desconocida por el empleador anterior.

Esta práctica -arraigada en el sector- trae aparejado que permanecer mucho tiempo trabajando para la misma empresa sea sinónimo de trabajar a pérdida. Esta realidad la conocemos muy bien quienes venimos trabajando desde hace años en la industria. En definitiva, lo que termina ocurriendo es que los salarios no se definen por capacidad, permanencia, experiencia y otras características que en cualquier otro rubro se plasman en un convenio colectivo de trabajo, sino por saber moverse bajo estas reglas y estar dispuesto a migrar permanentemente de empresa.

Hay que ser un hábil negociador de salarios y estar dispuesto a caer en situaciones desagradables y que degradan nuestro vínculo laboral, como amenazar con irse a otra empresa, para conseguir que nuestro empleador actual nos aumente el salario acorde con la inflación y nuestras tareas. Este permanente tire y afloje desgasta el vínculo con el empleador, lo que suele terminar en renuncia o despido, cuando no hartazgo frente a la injusticia y el consiguiente desaliento que genera no avanzar en nuestra carrera profesional.

¿Qué opciones tenemos los trabajadores?

Según la ley argentina, el sindicato con personería gremial y las empresas acuerdan a través de un convenio colectivo de trabajo de qué forma se llevan adelante las relaciones laborales entre ambas partes. En dicho convenio colectivo de trabajo se constituye la creación de las comisiones paritarias, las cuales son integradas por igual número de representantes de los trabajadores y de las empresas, arbitrada por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Las atribuciones y facultades de esta comisión son definidas por el convenio colectivo de trabajo correspondiente.

A través de las comisiones paritarias se puede discutir ajustes salariales por inflación, definir roles y categorías, intervenir en conflictos colectivos e individuales entre trabajadores y empresas, interpretar el alcance del convenio colectivo e incorporar nuevas modificaciones al mismo.

Los convenios colectivos de trabajo (CCT) son la herramienta fundamental para que los salarios no pierdan frente a la inflación, para que las empresas cumplan las normas laborales y para que la rotación y la constante migración de trabajo no sea la única alternativa para que mejoren nuestras condiciones de trabajo y el desarrollo libre y pleno de nuestra carrera profesional.

¿Qué sucede en nuestra industria informática?

En Argentina, los Trabajadores Informáticos ya tenemos sindicato: la Asociación Gremial de Computación. Desde la publicación de nuestra personería gremial en el boletín oficial,  como gremio oficial de la actividad, venimos solicitando al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social que convoque al sector empresario a una mesa en la que se acuerde el texto del convenio colectivo de trabajo de la actividad.

Para que empiecen a funcionar las comisiones paritarias para la informática tiene que existir primero un convenio colectivo de trabajo firmado por AGC, la CESSI y que establezca la creación de la comisión paritaria.

Como comunidad informática, si queremos consolidar nuestra industria TI nacional, fortaleciendo -en particular- a las pequeñas y medianas empresas de todo el país, necesitamos escuchar a sus trabajadores, a través de su representación genuina.

Es urgente conformar una mesa paritaria para recuperar el salario y proteger las condiciones laborales así como para revisar los criterios de la formación y el desarrollo profesional de nuestros compañeros y compañeras.

El sector privado y el estado tienen que comprender que la organización sindical, como representante de los cientos de miles de trabajadores de la actividad, es un aliado estratégico para potenciar la industria en su conjunto.

En definitiva, es hora de reconocer a los trabajadores, porque sin trabajadores informáticos no hay industria informática ni economía del conocimiento.

Apéndice: ¿Qué está pasando en EEUU?

Desde la aparición de la pandemia, y con especial fuerza desde el año pasado, se ha desatado una ola de cambios en el principal cliente de las empresas informáticas argentinas: los Estados Unidos. Empujados por una alta demanda laboral, el hartazgo por trabajos sin futuro y mal pagos, el deseo de ascenso social y el clic psicológico que significó para muchos estar aislados y en cuarentena, emergieron dos fenómenos estrechamente vinculados: La Gran Renuncia -que ha llevado a que el 3% de toda la fuerza laboral haya renunciado en octubre y noviembre de 2021- y un nuevo boom de afiliación sindical, que ha llevado a que los sindicatos tengan el mayor nivel de aprobación desde 1965, uno de los picos más altos en la historia del movimiento obrero norteamericano.

La creciente simpatía por los sindicatos es comprensible: quienes han logrado sortear las durísimas prácticas antisindicales y cumplido con las leoninas leyes que hoy rigen las relaciones laborales en EEUU han visto crecer no sólo sus salarios, sino que han ganado derechos que no tenían al menos desde hace como mínimo 40 años: mejor cobertura de salud, suba de su futura jubilación, pago de horas extra, vacaciones e incluso algo inédito en el país: revisión salarial que se ajusta por inflación, algo que hasta hoy no existe de manera generalizada en un país donde el salario mínimo es el mismo desde 2009. En ese marco han aparecido sindicatos también en muchas empresas informáticas: desde el sindicato de Alphabet, de Google, pasando por Spotify hasta los trabajadores tech del New York Times. Una ola que ha empezado y promete no frenar.