Salario emocional: cuando el humo se vuelve más espeso

Por alguna razón desconocida, el rubro tecnológico está absolutamente hegemonizado en la actualidad por una narrativa que busca con insistencia mostrar un mundo que no existe. Salarios iniciales extravagantes, muy por encima de la realidad, formación profesional en pocos meses (cuando no en horas), multiplicación de empleos que se cuentan por millones en pocos años, unicornios que nacen por sí solos. En otras palabras: quienes pregonan este relato, mienten y venden humo. Esa práctica tergiversadora se extiende, además, al aspecto salarial: desde el denominado “sueldo CV” (para decorar tu curriculum) hasta el salario emocional. Aunque parezca mentira, hay empresarios que sostienen que a los trabajadores que se quieren ir del país o que buscan abandonar la empresa por sentirse descontentos, se los debe retener con salario emocional: con frutas y barritas de cereales los viernes, con un metegol en la oficina o videojuegos disponibles a toda hora;  es decir, una serie de “beneficios” o “cortesías” no salariales (esto es, no monetarias) que buscarían consentir al trabajador.

Este nuevo invento, además de extravagante, no deja de ser síntoma de un mal mayor: la fantasía que tienen algunos empresarios informáticos respecto de cuáles son las necesidades reales de los trabajadores informáticos. En un país donde los sueldos informáticos comienzan con escalas salariales muy bajas -incluso por debajo de sueldos de convenio de rubros con baja capacitación-, donde existe un alto grado de rotación, junto con una cultura de trabajo muchas veces nociva que sobreexige a sus trabajadores (con las respectivas consecuencias para la salud, como por ejemplo el famoso síndrome de burnout) se suma al creciente problema que genera en la industria la fuga de trabajadores a puestos de empleo en el exterior, frente a lo cual tener o no tener barritas de cereal un viernes, no podría ser ni remotamente una solución. Esta tendencia creciente, que de modo muy interesante ha abordado Andrés Hatum en este artículo de La Nación, no hace más que aplazar una solución integral y un abordaje serio para este problema. 

"Llegará el día en que será preciso desenvainar una espada para afirmar que el pasto es verde"

La frase, perteneciente al célebre escritor Gilbert K. Chesterton, sintetiza con elocuencia la situación actual en nuestro sector. En efecto, comencemos con lo obvio; el pasto es verde: lo que necesitan los trabajadores son mejores condiciones laborales y mejores salarios. Ni salario emocional, ni sueldo CV, ni fantasías de “compromiso” por la empresa, ni ninguna cosa estrafalaria que se desvíe de lo más obvio y urgente: una remuneración justa acorde a la tarea y a los que las empresas pueden y deben pagar a sus trabajadores. A veces, la vida es más sencilla de lo que parece y ese es el caso en nuestra industria. Afectada por años de deterioro salarial y pérdida de poder adquisitivo, va quedando cada vez más claro que existe una necesidad de ordenar la industria, tanto en el aspecto salarial, como en lo referido a las condiciones y la carrera profesional. Ítems tales como roles ocupacionales, plan de carrera, pago de guardias y de horas extras, licencias por maternidad/paternidad, días de estudio y un largo etcétera. constituyen las reivindicaciones más básicas y antiguas para una industria que se proyecta y entroniza a sí misma como la imagen misma del futuro.